EL CORAZÓN REVELADO DE DIOS
La falta de compasión y misericordia en el corazón de los hombres es evidente, por eso, ante un agravio recibido, actúa rápidamente con ira y enojo en contra de su agresor. Se venga sin darle ninguna oportunidad a que se disculpen por las acciones cometidas en su contra. En contraste al corazón del hombre, Dios tiene un corazón compasivo y misericordia tal como lo da a conocer el salmista: “El SEÑOR es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y está lleno de amor inagotable.” Salmos 103:8 NTV.
Este versículo presenta una verdad revolucionaria sobre el carácter de Dios, que contrasta con el carácter del corazón humano. Dios es compasivo y misericordioso con los hombres, por eso no actúa rápidamente para castigarle por quebrantar sus mandamientos. Sino que comprende que su rebeldía es consecuencia de su debilidad y su naturaleza pecaminosa. Además, actúa con misericordia por su profundo amor a toda la humanidad, pese a que no se lo merezcan. Dios no solo siente compasión desde la distancia; sino que mira el fracaso del hombre sin darle la espalda y se inclina para levantar sus cargas y sanar sus heridas.
Dios es santo y la injusticia del hombre le duele profundamente. Sin embargo pese a su dolor, no puede pasar por alto la rebeldía del hombre, pues si lo hace, iría en contra de su justicia, por eso, pese a su compasión y misericordia tiene que disciplinarlo por sus acciones pecaminosas. Su justicia no es explosiva ni temperamental como la de los hombres que a menudo reaccionan con enojo inmediato ante una ofensa, Dios contiene su juicio. Su paciencia es el espacio que Él mismo crea para el arrepentimiento del hombre. Cada día que amanece, el hombre tiene la oportunidad de enmendar su camino, es un testimonio de esta divina lentitud. Su silencio no es indiferencia, sino un llamado amoroso a volver a casa antes de que sea demasiado tarde.
Además de su compasión, misericordia y paciencia, tiene un amor inagotable por la humanidad pecadora, este amor Divino, no es un sentimiento volátil, sino un amor constante, leal y firme. Es inagotable porque su fuente no es externa a Él, sino que es parte de Su propio ser. Dios no solo tiene amor; Él es amor tal como lo declara la Escritura, por lo tanto, este amor no depende del desempeño del hombre. Fluye de quien Él es, de manera constante y eterna, como un río que nunca se seca. Este profundo amor fue manifestado cuando voluntariamente se entregó para morir por la humanidad pecadora. En Cristo, vemos la compasión, la misericordia, la paciencia y el amor inagotable de Dios encarnados, llevando nuestro pecado para que nosotros pudiéramos recibir Su gracia. Hoy, cualquiera que sea su situación, puede acercarse confiadamente a Dios cuyo corazón late con compasión por usted, cuya paciencia le está dando una nueva oportunidad de alcanzar la redención y la vida eterna.
